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Treinta y seis

No sé qué hacer conmigo misma. No sé qué hacer con mis manos, con mi boca. Mis manos están vacías sin el peso de las de Julián. Pensé que podría estar cómoda con su ausencia. No sé cómo escuchar su nombre y no estremecerme por dentro.

Lo intenté. Guardé todo lo que él me había dado, todo lo que me ...