Read with BonusRead with Bonus

Capítulo ochenta y nueve

—Sí, señor —le admití. Mis muslos empezaban a humedecerse.

—Fuiste tan traviesa y cachonda, viendo cómo los castigaban mientras lo disfrutabas desde un lado —dijo él. Gemí cuando sus dedos encontraron su camino entre mis piernas.

—Y ahora, un año después, todavía encuentras placer en que te miren ...