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Capítulo treinta y seis

Lincoln

—N-no... Lincoln, no puedo —suplicó ella. Puedo sentir su corazón acelerado, su miedo evidente. Pero nunca haría nada para lastimarla. Al menos, no intencionalmente.

—Por favor —murmuré suavemente, mirándola a los ojos—, necesito borrar de tu memoria todo lo que él te hizo, borrar su toque...