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Capítulo treinta y uno

Aspen

—¡Chicos! —grito, cuando no se dan cuenta de que Raleigh y yo hemos entrado en la habitación. Al no poder captar su atención, llevo mis dedos a la boca y silbo fuerte. Eso definitivamente capta su atención, porque inmediatamente se detienen y se giran hacia Raleigh y hacia mí con miradas li...