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Capítulo noventa y cinco

Cuando Lincoln y yo finalmente bajamos, los tres de mis hermanos están sentados a la mesa, con sus desayunos intactos mientras lanzan miradas asesinas al hombre detrás de mí.

—Lo siento —murmuro, sintiendo el calor en mis mejillas mientras tomo uno de los dos asientos vacíos con un plato y cubierto...