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Capítulo cincuenta y dos

Raleigh

Deslizándome por la madera dura de la puerta, sollozos rotos escapan de mí al darme cuenta de lo jodida que estoy realmente. No hay manera de que pueda escapar de mis captores, incluso si quisiera. Junto con el hombre que me sacó del bosque y me llevó a la casa, había al menos otros cuatro ...