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Capítulo 498 La confesión forzada

El rostro de Lillian se puso rojo como un tomate, y no pudo mirar a Ambrose a los ojos. Justo cuando estaba a punto de hacer una broma, la alegre voz de Ambrose la interrumpió.

—¿Siempre eres tan directa?

—¿Eh? —Lillian levantó la mirada, desconcertada.

Ambrose levantó una ceja. —No quería asusta...