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Capítulo 527

El guardaespaldas se puso firme y se movió rápidamente, daga en mano, hacia el dedo índice de Sebastián.

—¡Detente!

La voz angustiada de Orión resonó desde la puerta, casi arrastrándose mientras entraba apresuradamente, gritando: —¡Alexander, no!

Pero llegó un paso tarde. La hoja del guardaespald...