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Capítulo 238

En un intento desesperado por liberarse, los dedos de Quinn se apretaron alrededor de las manos de Freya, empujándola. Los ojos de Freya, inyectados en sangre y desquiciados, la miraban fijamente. Su voz, ronca y amenazante, resonó en la habitación:

—¡Dame a Alexander o te estrangulo hasta la muert...