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Capítulo 447 ¡Que te mejores pronto, adiós!

Entonces, Penélope se inclinó, sus labios rojos rozando los delgados labios de Kelvin.

Él entreabrió los labios un poco, incluso dándole una suave lamida.

Su nuez de Adán subió y bajó.

Penélope seguía diciéndose a sí misma: "Tranquila, tranquila, nadie está mirando, nadie está observando, y Kelvi...