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Capítulo 233 Mi esposa: Penélope

No muchas personas adineradas estarían dispuestas a gastar millones de dólares en una corona que solo puede ser admirada y no tiene ningún uso práctico.

La expresión de Kelvin era serena, imposible de descifrar lo que estaba pensando.

—Tan cara —dijo Penélope—. Siento que no se venderá; nadie la c...