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Capítulo 18: Kelvin, no me tocarás

Penélope no se molestó en comunicarse con él y giró la cabeza.

¡Tenía un rostro tan bellamente esculpido, pero una boca tan despiadada!

—Ven conmigo —dijo Kelvin sin rodeos.

A regañadientes, ella caminó hacia la entrada del dormitorio principal. Justo cuando Penélope estaba a punto de abrir la manta...