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capítulo 152 Han llegado los auriculares

—Penélope, ¡estás aprovechándote del hecho de que me importas! Sabes muy bien que no puedo hacerte daño.

La acusación de Kelvin resonó en la habitación. Sin inmutarse, Penélope lo miró directamente a los ojos.

—Tócame, Kelvin. Adelante, tócame. ¡Golpéame entonces! ¡Hazlo!

Con los dientes apretado...