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Capítulo 75 — Desayuno familiar

—¡Dios mío, Daniel! —escupo, sonrojándome como un tomate y acercándome sobre la mesa—. ¿En serio? ¿Antes del café?

Él se recuesta en su silla y me mira con desdén.

—¿Qué, crees que el café va a mejorar esto?

—Sí —digo, arrebatándole su pequeña taza de espresso y bebiéndola rápidamente. Al diablo ...