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Tan jodidamente cabreado

Althaia

Le entregué una botella de agua después de que se calmara un poco. Todavía estábamos sentadas en el suelo bajo el escritorio, ya que era mejor quedarnos aquí para que no tuviera que presenciar la horrible escena del hombre que había visto antes.

—¿Estás bien? —le pregunté en voz baja m...