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Un hombre de sus palabras

Damiano

Dos coches más venían en direcciones opuestas y seguían disparando, obligándonos a quedarnos en el suelo. Alcancé la ametralladora que estaba debajo del coche, colocada allí para situaciones como estas. Estos cabrones o tenían un deseo de morir o eran simplemente estúpidos por seguir d...