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Jodidamente glorioso

Liam había estado en casa durante horas, pero su mente seguía en la sala de reuniones, reviviendo su encuentro con Eden.

Se sentó en el borde de la cama y giró distraídamente el vaso de coñac en sus manos.

Decir que su plan se había desmoronado en cuanto vio a la arpía era quedarse corto. Había ac...