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Mejor que la alternativa

—¿Puedes, por favor, bajar la maldita velocidad? —gritó Matthew desde el asiento del copiloto, sudando a mares mientras se aferraba al asidero con todas sus fuerzas.

Liam, sin embargo, ni siquiera notó su palpable miedo. Su mente estaba inundada de un millón de preguntas mientras aceleraba por las ...