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Zane miró hacia abajo a Ava, quien estaba lamiendo su aún duro pene, limpiándolo. No había apartado la mirada de él, y Zane admiraba cómo los brillantes destellaban en la suave luz. Su ángel perverso.

—De pie, ángel —le dijo, y ella se levantó con gracia. Era una prueba de lo mucho que había avanz...