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—Hice lo que me dijiste, ángel —mintió Zane.

—No lo hiciste. No estaría tan hinchado si lo hubieras hecho. Pero eres un adulto y tendrás que vivir con ello —le dijo ella. Luego envolvió su mano entre las suyas. A Zane le gustó la sensación y dejó su mano allí. Siendo honesto, le dolía, y no dudaba...