




7
Charlie miraba dentro del coche, y Vidar la miraba de vuelta.
—Mi autobús llegará en cualquier momento, pero gracias —dijo Charlie. Nada sucedió. Vidar seguÃa mirándola. El conductor seguÃa sosteniendo la puerta abierta, y Charlie se sentÃa más incómoda que nunca. Esta vez se mantendrÃa firme, se dijo a sà misma. Vidar levantó una ceja lentamente, y Charlie suspiró. El autobús pasarÃa de largo si llegaba en ese momento, ya que daba la impresión de que ella estaba subiendo al coche. Se dio por vencida y subió al coche. —Gracias —le dijo al conductor. Lo vio cerrar la puerta y volver al asiento del conductor.
—¿Al mismo hotel que la última vez, madamisela? —preguntó.
—SÃ, por favor —respondió ella, y se pusieron en marcha.
—Tengo una propuesta para ti —dijo Vidar. Charlie no esperaba que hablara. No lo habÃa hecho durante su último viaje en coche y la habÃa estado ignorando toda la noche. Por lo tanto, le costó un momento darse cuenta de lo que habÃa dicho.
—Agradezco el viaje, señor Vidar, pero no me interesan las propuestas suyas —le dijo, sintiendo que su pulso se aceleraba. Estaba en un coche con dos hombres extraños. Si Vidar insistÃa en el tema, Charlie no creÃa que su conductor fuera a defenderla. DeberÃa haberle hecho caso a James, pensó. Vidar levantó de nuevo la maldita ceja y la observó como si intentara descifrar algo.
—Ah, disculpa mi mala elección de palabras. Te aseguro que no estoy interesado en tu cuerpo de ninguna manera —dijo él entonces. Vaya, ¿realmente tenÃa que hacerlo sonar como si la idea le repugnara?
—¿Y qué? —dijo ella.
—Estoy interesado en hacer un acuerdo de negocios —añadió.
—¿Qué tipo de negocio? —preguntó ella. Él parecÃa incómodo.
—Me doy cuenta de que necesito explicártelo para que te intereses. Pero no puedo revelar ningún detalle hasta que firmes un NDA —le dijo. Charlie asintió. ParecÃa razonable.
—Entiendo. Te doy mi palabra de que no hablaré sobre lo que estás a punto de decirme —respondió.
—No me importa. He calculado el riesgo —afirmó. Realmente estaba llenándola de cumplidos, pensó ella, sintiendo que se irritaba. Hubo un silencio en el coche. —Puede que tenga un problema con mi sistema informático. El jefe de mi departamento de TI ha sugerido que contratemos a un consultor externo —dijo finalmente.
—¿Y quieres contratarme a mÃ? ¿En qué te basas? ¿En mi habilidad para servir bebidas? —preguntó ella. PodrÃa haberse pateado a sà misma. Le estaba ofreciendo trabajo, un trabajo que involucraba su pasión, ¿y tenÃa que ser sarcástica?
—Puede que no te des cuenta, pero no tengo contactos extensos en el mundo de TI. Para la mayorÃa de los aspectos del negocio, puedo conseguir cualquier cosa. Pero en TI, no tengo nada —dijo. Ella asintió. —Eso no significa que te vaya a contratar de inmediato. Tendrás que venir a mi oficina y tener una entrevista conmigo y con el jefe de mi departamento de TI. Si él está contento contigo, te haré una oferta y podremos discutir salario y horas de trabajo —dijo.
—Y es por un tiempo limitado, ¿verdad? —preguntó ella.
—SÃ. Solo trabajarás para mà hasta que evalúes si tenemos un problema y, si lo tenemos, hasta que lo encuentres y lo soluciones —le dijo.
—Bien, no puedo comprometerme a nada a largo plazo. ¿Cuándo será la entrevista? —preguntó.
—Mañana por la tarde a las dos, sé puntual —le dijo.
—Acepto, solo porque tengo el dÃa libre y no tengo planes —le dijo. El coche giró hacia el estacionamiento frente al hotel. Vidar le entregó una tarjeta de presentación negra, luego el conductor abrió su puerta y ella salió.
—Gracias... Perdón, no obtuve tu nombre —dijo Charlie al conductor.
—Malcom, madamisela —dijo.
—Gracias, Malcom.
—Un placer, madamisela. Que tenga una buena noche.
—Igualmente —contestó ella, esperando de nuevo a que el coche desapareciera de su vista antes de dirigirse de vuelta a su apartamento. Encendió las luces del pasillo y se aseguró de que todas las cerraduras estuvieran en su lugar. Esta parte de la ciudad no era la mejor, pero tampoco la peor. El apartamento no era grande, pero era suficiente, y era su hogar. Sacó el sobre y la tarjeta de presentación de su bolso y se dirigió a lo que deberÃa haber sido la sala de estar, pero que era su oficina. Su configuración de computadora ocupaba tanto espacio que era imposible meter un sofá en la habitación. Charlie alimentó a sus peces y se sentó frente a la computadora. Contó su propina y tuvo que volver a contarla dos veces para asegurarse de que estaba correcta. Al darse cuenta de que era correcta, se sentó a planificar el dÃa siguiente. Charlie pasarÃa la mañana haciendo las tareas del hogar, que habÃa pospuesto durante demasiado tiempo. Luego irÃa al banco antes de dirigirse a su entrevista. TendrÃa cuatro horas entre la entrevista y su cita. Eso deberÃa ser suficiente tiempo para terminar la entrevista y prepararse, ¿no?
Al dÃa siguiente, Charlie se dirigió del banco a la sede de Grim Inc. Le habÃa tomado más tiempo del que le gustarÃa admitir elegir su atuendo. Si hubiera sido por los nervios de la entrevista, lo habrÃa aceptado. Pero a mitad de la excavación arqueológica de su armario, se dio cuenta de que estaba preocupada por lo que Vidar pensarÃa de ella. Charlie estaba irritada consigo misma. Vidar no habÃa sido más que un imbécil, ignorándola la mayor parte del tiempo. Entonces, ¿por qué demonios querÃa que él la notara? ¿Por qué querÃa su aprobación? Eso tenÃa que acabar. A pesar de su resolución, habÃa elegido unos pantalones de vestir negros que resaltaban su trasero y una blusa blanca que insinuaba el escote, sin mostrar nada. Al menos no habÃa optado por un vestido o una falda, pensó mientras miraba el enorme edificio frente a ella. Respiró hondo y entró, dirigiéndose al mostrador de seguridad.
—Hola, tengo una reunión con el señor Grim a las dos —dijo al hombre detrás del mostrador. Él escribió algo en su computadora y le sonrió.
—¿Señorita Maynard? ¿Puedo ver una identificación con foto, por favor? —dijo. Ella le entregó su licencia de conducir, y él tecleó en su teclado por un rato. —Aquà tiene. Por favor, lleve la insignia visible en todo momento. Use el ascensor azul justo a la vuelta de la esquina, toque la insignia en el panel del ascensor y lo llevará al piso correcto. Cuando se vaya, entregue su insignia. Si el mostrador está desatendido, por favor coloque la insignia en la abertura marcada. Que tenga un buen dÃa —le dijo.
—Gracias, igualmente —dijo Charlie mientras prendÃa la insignia al frente de su blusa. El hombre presionó un botón, se escuchó un zumbido y la barrera que bloqueaba el acceso a los ascensores se abrió. Charlie encontró el ascensor y usó la insignia para ponerlo en marcha. Miró la hora en su teléfono, diez para las dos, y luego lo apagó. Cuando salió del ascensor, se encontró con un escritorio con una mujer mayor sentada detrás.
—¿Señorita Maynard? —preguntó la mujer.
—Sà —dijo Charlie y se acercó al escritorio.
—Está a tiempo —dijo la mujer.
—Sà —dijo Charlie de nuevo.
—Eso es un buen comienzo. Tome asiento. Le avisaré cuando el señor Grim y el señor Peniro estén listos para verla —dijo, indicando un área con un conjunto de sala que parecÃa cómodo.
—Gracias —dijo Charlie y se sentó en uno de los sillones. ¿Por qué estaba tan nerviosa? PodÃa hacer esto, era buena en esto, esto era lo suyo, se recordó a sà misma. Al cabo de un rato, la mujer se acercó a ella.
—SÃgame, por favor —dijo, y Charlie se levantó y la siguió. Caminaron hasta unas puertas grandes y la mujer abrió una de ellas. —Su cita de las dos en punto, señor —dijo y dio un paso al lado para dejar que Charlie entrara en la habitación. Al entrar en la oficina, se detuvo un momento para admirar la sala. La habitación se extendÃa frente a ella. En la pared del fondo habÃa cortinas gruesas de color azul paloma, las paredes estaban pintadas en un gris-marrón mate y el gran escritorio frente a las cortinas era de un tono más oscuro. El arte en las paredes estaba en tonos de gris, marrón y azul paloma. Vidar estaba de pie junto al escritorio y parecÃa encajar perfectamente en esta habitación. Estaba claro que esta era su oficina. CoincidÃa tanto con su apariencia como con su personalidad. Junto a él estaba un hombre más joven.
—Señor Grim —saludó Charlie a Vidar.