




6
—Si no es Charlie —dijo Nasir con una sonrisa mientras entraba en la trastienda.
—Hola a todos, he vuelto por demanda popular. ¿Qué les traigo? —preguntó ella. Recibió el mismo pedido de bebidas que la vez anterior, y Charlie regresó rápidamente con ellas.
—¿SerÃas mi amuleto de la suerte durante este primer juego? Seguro que me vendrÃa bien un poco de suerte —le pidió uno de los hombres. Charlie no sabÃa su nombre, pero era un hombre alto, de piel negra y profunda como el ébano. Llevaba el cabello en pequeñas trenzas hasta los hombros, decoradas con puños dorados. TenÃa los ojos más cautivadores, del color de la miel.
—SerÃa un placer, señor —dijo Charlie acercándose a él. Él la ayudó a sentarse en su regazo y colocó su mano en su espalda para apoyarla. Ella se sorprendió de lo respetuoso que era.
—Por favor, llámame Adisa —dijo él con su voz grave. HabÃa un leve rastro de acento cuando hablaba, pero Charlie no podÃa identificarlo. Le quedaba bien. El juego comenzó y Charlie intentó entenderlo nuevamente. Era algo parecido al póker, pero se jugaba en equipos y no parecÃa que las combinaciones tradicionales de póker fueran las que les daban puntos.
—Ya que no hemos podido adivinar tu verdadero nombre, misteriosa Charlie, ¿podemos saber qué quieres hacer cuando seas mayor? —preguntó Nasir.
—Ya soy bastante mayor. ¿Quién dice que no estoy feliz siendo mesera? —dijo ella. Se escuchó una risa suave de varios alrededor de la mesa. Ni Millard ni Vidar se unieron. De hecho, Vidar ni siquiera habÃa reconocido su presencia. Charlie no entendÃa por qué eso la molestaba.
—Mi querida Charlie, eres demasiado brillante para tener aspiraciones tan bajas —dijo Adisa. Fue el turno de Charlie para reÃr.
—Bueno, supongo que me has descubierto. Espero retomar mis estudios el próximo año. Estoy tomando un año sabático —confesó.
—Estoy pensando en ciencias polÃticas, tal vez algo relacionado con el nuevo foco feminista —sugirió Henry.
—¿De verdad crees que soy tan aburrida? —preguntó Charlie, fingiendo estar herida.
—No, no, la única carrera adecuada para una mujer como Charlie serÃa historia del arte —les dijo Millard.
—No puedo verla yendo por algo asà —dijo el hombre asiático. Era mayormente silencioso, y la suavidad de su voz sorprendió a Charlie—. Yo adivinarÃa algo más sorprendente, tal vez informática —continuó. Charlie lo miró, sorprendida.
—Por la expresión en el rostro de nuestra encantadora mesera, dirÃa que has acertado —se rió Nasir.
—Tienes razón, estudio informática —confirmó Charlie.
—La informática es un campo amplio. ¿En qué te especializas? —preguntó Adisa. En este punto, Charlie se rindió. No veÃa el daño en dejarles saber.
—Tengo una licenciatura en Ciencias de la Información y estoy trabajando en mi grado en ciberseguridad —dijo.
—Joder, fantástico —murmuró Vidar.
—Perdona, ¿qué dijiste? —le preguntó Nasir con una sonrisa juguetona.
—Nada —bufó Vidar y volvió a ignorar a todos.
—Bueno, el misterio empieza a desvelarse. Ahora que sabemos qué te apasiona, tal vez podamos adivinar ese molesto nombre tuyo. ¿Clarissa? —adivinó Adisa.
—Lo siento, pero no —dijo Charlie—. Parece que sus vasos están vacÃos. ¿Otra ronda? —Todos, exceptoMillard, pidieron lo mismo de siempre.
—Me gustarÃa que eligieras algo que creas que me gustarÃa —le dijo él. Charlie sonrió y asintió, aunque no le agradaba.
—Te daré mil si le traes un whisky solo —dijo Henry.
—Vete al diablo, Henry, solo porque algunos de nosotros hemos desarrollado el gusto —dijo Millard. Su temperamento estaba justo debajo de esa fachada pulida y eso ponÃa nerviosa a Charlie. Ella salió hacia el bar.
—Lo de siempre, pero cambia el Cosmopolitan por un Madras —le dijo a Jenni.
—¿Todo va bien? —le preguntó su jefa mientras empezaba a servir.
—SÃ, son... ¿amables? —dijo Charlie. Jenni levantó una ceja. Mia y Rebeca, las dos meseras que estaban de turno, le lanzaron miradas de reojo.
—Están molestas porque ninguna de ellas pudo atender a los guaposen esa sala —le dijo Jenni cuando vio que Charlie notaba las miradas.
—Se dan cuenta de que yo nunca pedà esto, ¿verdad? —preguntó Charlie. No necesitaba que sus colegas se volvieran en su contra.
—Lo saben, pero los hombres sexys y el dinero tienden a sacar lo peor de la gente —le dijo Jenni. Charlie asintió, tomó la bandeja con el pedido y regresó. La noche continuó con ella cambiando de regazo de vez en cuando y, cuando notaba que las bebidas se estaban acabando, preguntaba si querÃan otra. Cerca de la medianoche, Henry declaró que era hora de que los hombres hablaran de negocios. Todos pidieron comida y le pidieron a Charlie que volviera una hora más tarde. Charlie se dirigió a la cocina. Como no era su noche de trabajo, no sintió la necesidad de ayudar en el área del bar. En su lugar, entregó el pedido de comida a Lilly y Leo. Luego se dejó caer en una silla que estaba fuera del camino del personal de cocina.
—No pensaba que trabajarÃas hoy —dijo Lilly.
—Tampoco yo. Cené con la familia de mi hermano. Pero la pandilla de los jueves me pidió que los atendiera. Asà que aquà estoy —dijo Charlie.
—Vaya, qué elegante. ¿Y cómo estaban los dos pequeños monstruos? —preguntó Lilly. Lilly era tan parte de la familia como James. Los cuatro habÃan crecido juntos y se llevaban como hermanos. Bueno, James habÃa invitado a salir a Charlie.
—Estaban tan adorables como siempre. Aiden era un osito de peluche como siempre —le informó Charlie a su amiga.
—Él solo es asà contigo —señaló Lilly. Charlie se encogió de hombros.
—¿Ha pasado algo? Pareces un poco distraÃda —dijo Lilly entonces. Charlie suspiró y miró hacia Leo.
—Leo, tómate un descanso, y aléjate de aquà —le dijo Lilly.
—Lilly —objetó Charlie.
—No me importa, ahora suéltalo —dijo en cuanto Leo salió de la cocina.
—James me invitó a salir —le contó Charlie.
—Oh.
—Como en una cita de verdad.
—SÃ, lo entendà —se rió Lilly—. ¿Qué le dijiste? —preguntó Lilly.
—Que sÃ. ¿Crees que es una buena idea? —preguntó Charlie.
—Yo sÃ, pero, más importante, ¿qué piensas tú?
—No lo sé. Es atractivo y es un buen hombre. Quiero decir, es detective. Literalmente es uno de los buenos. Y sé que puedo confiar en él —le dijo Charlie.
—Y has estado enamorada de él desde siempre. Totalmente Charlie-corazón-James —dijo Lilly.
—Cierto, asà que es algo bueno, ¿verdad?
—Yo dirÃa que sÃ. Pero si sientes que no lo es, también está bien —señaló Lilly—. ¿Tiene algo que ver con el imbécil, hijo de puta, mini-pene de tu ex? —preguntó entonces. Donald, el nombre que nunca se mencionaba en presencia de Lilly, ya que provocarÃa una matanza no planificada. Si Charlie no habÃa tenido problemas de abandono antes de conocerlo, seguro que los tuvo cuando él la dejó. En Las Vegas. Sola. Después de robarle todo su dinero,su coche, y la llave de la habitación del hotel que ella habÃa pagado. Charlie no consideraba extraño haber estado soltera desde ese dÃa.
—No. Sé que James no es como él. Ni de cerca. Pero, no sé. ¿Y si se siente como salir con mi hermano? —preguntó Charlie.
—Eww. Entonces dices: 'Esto ha sido agradable, pero ambos sabemos que estamos mejor como amigos' —le dijo Lilly.
—Cierto, nunca lo sabré si no lo intento —dijo Charlie.
—No, no lo sabrás —coincidió Lilly—. ¿Cuándo es la cita?
—Mañana, asà tengo menos tiempo para acobardarme. Me recogerá a las seis.
—Cuando vuelvas a casa, si lo haces, guiño, guiño, codazo, codazo. Más te vale llamarme y contarme todo. Con detalles —le dijo Lilly.
—Lo prometo.
Después de su descanso de una hora, Charlie recogió la comida, una vez más ayudada por Leo, y llamó a la puerta de la trastienda. Después de recibir permiso, entraron y ella comenzó a repartir la comida.
—Mi querido Leo, nos volvemos a encontrar —dijo Nasir, sonriendo al asistente de cocina.
—S-sÃ, hola —dijo Leo. Charlie trató de contener su sonrisa. Leo era demasiado precioso para este grupo.
—¿Has podido averiguar el nombre de la adorable Charlie? —preguntó Nasir. Ahora estaba coqueteando descaradamente con Leo.
—N-no señor —le dijo Leo, sonrojándose. Charlie sintió lástima por su amigo y decidió rescatarlo.
—Vamos, vamos. Es trampa pedir la ayuda de Leo —dijo mientras ponÃa pescado y papas fritas frente a Nasir.
—Oh, pero eso implica que juego limpio. Eso no es divertido. Prefiero hacer trampa de cualquier manera que pueda —dijo Nasir y todos los hombres se rieron.
—Eres un hombre muy, muy malo, Nasir —le dijo Charlie. Pero habÃa logrado su objetivo, y la atención ya no estaba en Leo, quien parecÃa completamente aliviado—. Voy a traer sus bebidas. Vuelvo enseguida —dijo y se aseguró de que Leo caminara delante de ella. Ella trajo las bebidas para los hombres y luego los dejó comer en paz. Después de recoger los platos y traer una nueva ronda de bebidas, la noche de Charlie continuó como habÃa comenzado, siendo pasada de un lado a otro como un amuleto de la suerte. Los hombres parecÃan asegurarse de que no terminara en el regazo de Millard. Si era para molestarlo o para mantenerla a salvo, a Charlie no le importaba. Solo estaba agradecida de no tener que sentarse en su regazo. Algo en él hacÃa que todos sus instintos gritaran peligro. Mientras Millard hacÃa todo lo posible por tenerla en su regazo, y fracasaba, Vidar seguÃa ignorándola. Charlie trató de decirse a sà misma que era algo bueno. Obviamente era un idiota gigante, aunque admitÃa que era un idiota sexy, pero aún asÃ. Era mejor mantenerse fuera de su radar.
Cuando la noche llegó a su fin, todos los hombres se levantaron, agradecieron a Charlie por una velada encantadora y se marcharon. Charlie ordenó y dejó la sala lista para los limpiadores. Luego se dirigió al bar donde Mia y Rebeca estaban hablando con Jenni.
—Hola, Charlie. Gracias de nuevo por intervenir. ParecÃan satisfechos a juzgar por el tamaño del sobre —dijo Jenni, entregándole otro sobre blanco, más pesado que el anterior.
—Gracias, están empezando a caerme bien. La mayorÃa de ellos —dijo Charlie y guardó el sobre en su bolso, sin contar el dinero. No querÃa presumir delante de Mia y Rebeca.
—Me alegra oÃrlo, se ha sugerido que se repita la próxima semana —le dijo Jenni. Charlie notó los ceños fruncidos de las otras dos meseras.
—Estoy de acuerdo —dijo.
—Siempre hemos rotado el club de los jueves —objetó Rebeca.
—SÃ, es justo dar a todos la oportunidad de recibir la propina —coincidió Mia.
—Eso es cierto, pero eso fue antes de que los clientes pidieran a Charlie. El club de los jueves es un cliente habitual que gasta mucho. No los voy a enfadar solo para fingir que la vida es justa. Ambas han tenido su oportunidad, más de una vez, y nunca pidieron especÃficamente por ninguna de ustedes. Asà que aguántense y pónganse las bragas de niña grande —les dijo Jenni.
—Gracias, Jenni. Nos vemos en dos dÃas —dijo Charlie y se fue antes de que se convirtiera en una discusión. TenÃa un objetivo: llegar a casa y contar el dinero en el sobre. Llegó a la parada de autobús y se alegró al ver que el próximo autobús llegarÃa en solo cinco minutos. Un coche negro se detuvo frente a ella. Mierda, pensó al reconocerlo. La puerta del conductor se abrió y un hombre familiar salió y rodeó el coche.
—Buenas noches, madamisela —dijo el conductor y abrió la puerta frente a ella.