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119. Angel

Una pequeña mesa está junto al altar con los piercings que mis compañeros eligieron para mí. No los he visto aún, pero no tengo duda de que son hermosos.

—Alekos es el primero en perforarme, y me hace doblar las rodillas y abrirlas bien para darle acceso a mi clítoris. El incienso adormece mis sent...