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doscientos cuarenta y cuatro

Adrik

No podía apartar los ojos de Sephie ni siquiera en el ascensor que bajaba a mi oficina. Esta va a ser la reunión más larga de mi vida.

—¿Se supone que debo recordar los nombres de todos? Porque eso no es algo que haga —preguntó, mordiéndose el labio.

Me reí.

—No, amor. Me tienes a mí. Eso e...