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Capítulo doscientos seis

Adrik

Sephie y yo estábamos solos en el ático esa tarde. Tenía las manos sumergidas en un cuenco de agua muy caliente con sales de Epsom para intentar calmar los moretones. Ella miraba sus manos mientras se empapaban. Su expresión era algo vacía, pero sabía que probablemente tenía más cosas en la...