UNA MUJER PARA MI ESPOSO

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Capítulo 6 6

Luego de una cena agradable, Piter se ofreció a llevar a Kimberly a su casa. Ella aceptó y fueron charlando durante el camino a casa. Omar los seguía a una gran distancia, no quería que lo notaran.

—Gracias por traerme, Piter, ha sido una linda noche.

—De nada, lindura, gracias a ti por tu compañía. Espero que esto se repita.

—Pues, ¿qué le parece si nos vemos el fin de semana? ¿Le gusta bailar?

—Sí, claro, y si me das tu número, así quedamos de acuerdo.

—Perfecto —ella le dio el número y se despidió de Piter con un beso en la mejilla.

Piter se fue más que encantado. Ella iba a abrir la puerta de su casa cuando escuchó esa voz que le hizo erizar la piel y endurecer sus pezones.

—Kimberly Grey, ¿disfrutaste de la noche?

Ella se giró y mantuvo la compostura.

—Señor Osorio, ¿me está siguiendo?

—Te prohíbo que salgas con Piter.

—¿Qué? Es una maldita broma, yo puedo salir con quien quiera.

—No, tú eres mía y de nadie más.

—Le recuerdo que tiene esposa, señor Osorio. Evitemos este mal momento y déjeme en paz, usted es mi jefe, nada más.

—¿Segura? ¿Por qué eso no es lo que me hiciste entender en mi auto aquel día?

Kimberly se puso sonrojada y dijo:

—Pero le aclaro que todo fue una confusión y no pasó nada porque así yo lo quise.

—¡Ah, pero con Piter sí te puedes acostar!

Ella le dio una bofetada y dijo:

—Usted es mi jefe, sí, pero no le voy a permitir que me falte el respeto y si yo me quiero acostar con Piter, es mi problema.

—¿Tanta confianza le tienes que ahora le dices Piter y no Señor Piter?

—Eso es un asunto entre él y yo, déjeme en paz.

—No, tú no vas a ningún lado.

La puerta se abrió. —¿Pasa algo, mi niña? —dijo la nana.

(Kimberly fue salvada por la nana).

—No, nana, nada, ya iba a entrar. ¡Feliz noche, señor Osorio!

—Igualmente —dijo él, serio—. Disculpe la molestia, mi señora —le dijo él a la nana—... me retiro.

Él se fue hecho una bestia, subió a su auto y se marchó.

Mientras que adentro de la casa, Kimberly estaba siendo interrogada por la nana.

—A ver, nana, te estoy diciendo toda la verdad, después de eso entre él y yo no pasó nada, nada, lo juro.

—¿Y el tal Piter?

—Él es un amigo.

—A ver, mi niña, yo no me quiero meter en tus asuntos, pero cuida tu corazón, tú nunca has vivido un amor y no quiero que te lastimen.

—Gracias, nana, te amo. Me iré a mi habitación, estoy cansada.

—¡Ah, se me olvidó decirte! Tu amiga Aura está en tu habitación.

—¿Qué?

—Sí, dijo que pidió permiso a sus padres y se quedará esta noche aquí.

—Lo que me faltaba.

—¡Feliz noche, mi niña!

—¡Feliz noche, nana!

Kimberly se fue a su habitación y su amiga estaba escuchando música con sus audífonos puestos. Ella se los arrebató y dijo: —Aura, ¿qué haces aquí?

—¡Oye, qué mala eres! ¿Así recibes a tu amiga del alma?

—Lo siento, pero me tomas por sorpresa.

—¡Oye, quiero saberlo todo, es todo, amiga, pero ya, suéltalo!

—Está bien —Kimberly le empezó a contar todo.

—¿Qué? ¿Casi pierdes tu virginidad con tu jefe en su auto? ¡No mames, güey!

—Sí, sí, es loco, pero no pasó nada y mejor así.

—¿Por qué?

—¡Préstame atención! La señora Katherine...

Kim le contó sobre la propuesta de Katherine.

—¿Qué?

—¡Oye, habla pasito, vas a despertar a la nana!

—Lo siento, es la emoción, solo a ti te pasan unas cosas grandiosas.

—No es para tanto, amiga.

—¿Que no? ¿Estás loca acaso? ¡Claro que sí lo es!

—Bueno, ya dejémoslo así, ahora cuéntame de ti, tú no te quedas atrás.

Ellas hablaron hasta que las venció el sueño.

...Al día siguiente, Kimberly tenía unas ojeras gracias a su amiga y, como el maquillaje hace milagros, las tapó. Fue a la empresa y se puso a trabajar, luego repasaba un examen que tenía en la universidad. Además, tenía que tomar más clases el fin de semana y tener charlas con Katherine sobre los gustos del señor Osorio.

—¿En qué piensas, linda?

—Lo, lo siento, no escuché la puerta, Katherine.

—Claro que no, si estás en las nubes. ¿Qué tal tu examen? Muéstrame.

—Ah, esto es pan comido, esto lo aprendiste con los profesores personalizados, entonces ¿qué tanto estudias?

—Sí, es solo para distraer la mente.

—Está bien, ¿qué te parece si nos vamos a almorzar?

—No, el señor Osorio se da cuenta y se va a molestar.

—Más de lo molesto que llegó ayer a casa —dijo sonriendo.

—De verdad lo lamento, no quería causar eso.

—Dime, ¿te gusta Piter?

—Solo quise ser amable, además le dejé todo claro a él.

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